martes, 13 de noviembre de 2012

Soy huelguista

Mañana tenemos huelga general. Bueno, hoy mismo, porque ya han pasado algunos minutos desde la media noche. Como siempre, he oído ya bastantes argumentos tanto a favor de ir como en contra. Y también he leído muchos artículos estupendos defendiendo por qué debemos ir todos a esta huelga, que enumeran todos esos motivos que todos conocemos: la desolación reforma laboral, los robos recortes en sanidad, educación, cultura y, en general, todo lo interesante de nuestra sociedad; el carácter europeo de la protesta, que trasciende incluso a este gobierno, ya que se va a producir simultáneamente en muchos países... 

Pero yo creo que todos sabemos por qué hay que hacerla. En esta entrada tengo un objetivo diferente. Resulta que conozco a diversas personas a las que quiero mucho por cómo son y porque, en definitiva, son mis amigos, pero me exasperan. Y no por el hecho de no ir a la huelga, ya que al final es una opción personal, sino porque dan una serie de argumentos que enervan a cualquiera que tenga un poco de ética (y más si, de por medio, ha corrido el alcohol). ¡Ojo! No quiero decir que no puedan existir argumentos válidos para no dejar de trabajar por un día, sino que me ponen nervioso una serie de argumentos manidos, repetitivos, falsos e incluso rancios. Estos son mis tres más odiados entre esos argumentos falaces.

  1. No me puedo permitir perder X euros. Mi frase favorita. A ver, a ver, a ver... Seguro que hay muchas familias de varios miembros que dependen del sueldo, a menudo precario, de un único trabajador o de una única trabajadora. Puedo entender que esta gente tenga pánico a perder un día de sueldo, más cuando en muchos casos se cierne sobre ellos la amenaza del despido si se revuelven un poco. Es precisamente esta situación parte de lo que se denuncia con la huelga, pero puedo llegar a entender que esta gente vaya mañana a trabajar, aunque siempre pueden unirse posteriormente a las manifestaciones y, si no, a la huelga de consumo. Lo que no aguanto es que amigos y amigas con los que voy de cena, de borrachera, a conciertos, a comprar ropa y un sinfín de chorraditas, que no tienen familia que mantener y que tienen su puesto de trabajo asegurado, me digan que no pueden perder X euros. Que me da igual que sean veinte, ochenta o doscientos. Vaya, que si te estás gastando conmigo cincuenta euros en salir de fiesta un viernes, puedes ir de huelga tranquilamente. No me quieras vender la moto.
  2. Con la crisis que hay, no es un buen momento; lo que hace falta es trabajar. Muy bien. Y luego te doy un caramelito, por lo inteligente que eres. Y la traducción de esto es: "Yo tengo trabajo y los que no trabajan seguramente son unos vagos". Vamos a ver, si lo que quiere la gente es trabajar... Bueno, y cobrar. Si hay una huelga es en gran parte porque hay en torno a un 25% de paro, y un montón de gente contratada en negro (sí, de eso nadie habla, pero es una vergüenza porque ni cotizan, ni tienen seguro, ni derecho posterior a paro), y una reforma laboral que te puede tener un año trabajando en prácticas para luego no contratarte y no tener derecho a paro porque "eran prácticas". Y estas cosas salen precisamente porque hay crisis. Cuando la mayor parte de la población trabajaba, a la gente no la desahuciaban y los estudiantes tenían futuro, era difícil que nadie se manifestara en contra del paro, los recortes y la reforma laboral. Principalmente porque no existía. Las protestas se suelen hacer cuando existe el problema, no al revés. Así que no me digas que "hay que ir a trabajar por el país". Si los que dirigen esta nación trabajaran (bien) por el país, no habría que ir a la huelga.
  3. Las huelgas no sirven para nada. Claro, y por eso todo el mundo le presta tanta atención. Hasta la Conferencia Episcopal ha dicho que está en contra, por algo será. A ver, que yo también puedo imaginarme un futuro con nuevos sistemas de resistencia al abuso gubernamental. Pero, desgraciadamente, nadie ha podido darme tras citarme este argumento una sola manera diferente de lucha colectiva. Es así de sencillo: será poco útil, pero poco es mucho más que nada, y es lo ÚNICO que tenemos. Y yo estoy convencido de que la presión colectiva funciona: hace dos meses parar los desahucios era impensable, y esta semana, tras la labor de muchas asociaciones, el clamor de jueces y secretarios judiciales y, tristemente, algunos suicidios, ahora van a paralizarse. ¿Tenemos que esperar a que muera más gente por los recortes para ejercer presión? Además, el camino puede ser largo, pero está claro que a los que mandan les asustan estas cosas. Si no conseguimos que vayan para atrás, al menos servirá para que tarden más en meter más la tijera. Así de sencillo. Por eso, si vas a darme este argumento, prepara opciones alternativas. Pero no me des la vara.
Hay muchos más, pero estos son los que más me desesperan. Porque si no vas a la huelga, di la verdad: estás de acuerdo con las medidas tomadas hasta ahora por nuestros dirigentes. Es así de sencillo. No intentes justificarte: al fin y al cabo, los que nos dirigen has sido elegidos democráticamente. Y, sobre todo, cuando quedemos pasado mañana para tomar un café o una cerveza, no te quejes de que te han bajado el sueldo, de que trabajas más horas, de que cómo están las cosas. Porque tú habrás colaborado para que sigan como están. Y porque me vas a volver a poner de los nervios.


3 comentarios:

  1. Respuestas
    1. ¡Pues no sé si se puede poner! Como esto es de google... Miraré a ver ;)

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    2. Ya tienes botón de "me gusta" (lo que me ha costado, chiquillo), y puedes hasta twittearlo :)

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