domingo, 11 de noviembre de 2012

Soy un pobre secuestrado

Como dije en la entrada anterior, aún no conozco la fecha en la que me marcharé a México, principalmente porque el Ayuntamiendo de Barcelona, a través de su Departament d'Habitatge, me tiene secuestrado. Resulta que hace algo así como un año me compré el piso en el que vivo, y este, por diversas causas, no tenía Cédula de Habitabilidad, por lo que se suponía que, tras la obras firmadas por la arquitecta y aprobadas por el Ayuntamiento, tendría que solicitarla.

Mafalda ilustra con precisión que es la burocracia.
Pues bien, un trámite que suele durar dos semanas dura ya seis meses, y no sabemos cuánto le queda, ya que por un error técnico absolutamente absurdo la responsable de Habitatge no sabe si es conveniente darme el dichoso papel. En su opinión, mi sala de estar está llena de aire enrarecido e insalubre y apenas ventila, a pesar de dar a través de tres enormes arcos y una cristalera a un patio gigantesco. La verdad, odio a esa señora. Me la imagino gorda, fea y con verrugas, disfrutando con siniestro placer mientras con un sello gigante estampa "DENEGADO" en mi impreo. Lo último que sé es que la solicitud ha pasado ahora a lo que yo llamo el Jefe Supremo de Habitatge, una especie de Dios del que depende la legalidad de mi inmueble y la salud de mis nervios, muy afectados ya con todo el asunto.

Porque, al no tener la Cédula de Habitabilidad, alquilar mi piso sería ilegal, y no podría hacer un contrato formal. Y no voy a irme a ocho mil kilómetros sin un mínimo de seguridad jurídica: se me mete un fresco en casa, y a ver cómo lo echo de ella. Al no alquilar el piso, no obtengo los ingresos del alquiler para pagar la hipoteca y, al no trabajar ni cobrar, mis escasos ahorros se han ido en pagarla estos últimos meses. Conclusión: soy más pobre que las ratas gracias a mi querido Ayuntamiento de Barcelona, y no puedo determinar cuándo me iré a los Méxicos, porque no hay fecha para el citado documento

Sin embargo, ha surgido una esperanza. Estoy esperando con ansia que Mesías Mas, próximo presidente de la República de Cataluña, prometa Cédulas de Habitabilidad para todos, o, con suerte, que acabará con las  hipotecas, cuando aún me quedan treinta y nueve años por pagar. Y es que si uno escucha a Mesías Mas tiene la sensación de que en nuestra próxima Tierra de Jauja, en nuestro cercano País de la Leche y de la Miel, todo es posible. A ver si lee estas líneas y toma nota de mi propuesta electoral. Menos mal que aún me quedan los amigos, que están sufragando mis gastos más necesarios, principalmente en cervezas y juergas que no me puedo pagar. Pero eso ya lo comentaré en otra ocasión.

1 comentario:

  1. ¿¿Pero cómo te han vendido una vivienda sin cédula de habitabilidad chiquillo??
    Espero que todo se solucione.

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