El día ha comenzado de una manera más bien tonta. Yo tenía que ir al INAM (Instituto Nacional de Migración) para que mi visado se convierta en una visa de estudiante por dos años. Ya ha habido presagios aciagos: me he levantado muy temprano para desayunar con Alex y que me acompañara a la parada de metro que más me convenía, hemos ingerido las viandas a toda prisa, porque llegábamos tarde, íbamos a toda velocidad por la calle... y he tenido que volverme porque había olvidado coger el pasaporte. Yo y mis cosas.
El caso es que después de tres conexiones de metro en solitario, una de ellas con la nueva línea 12, que llaman dorada y es fantástica, la verdad, he llegado a la estación de Polanco dispuesto a solucionar el tema en diez minutitos. Polanco, para el que no lo sepa, es un barrio bien en una buena zona de la ciudad, y la parada de metro homónima, según la página oficial del INM, es la más cercana a la sede que debía visitar. Y tienen razón: es la más cercana. Solo que la parada está a la altura del número 300 de la calle, llamada Homero (muy cultural, todo), y la sede del INM... ¡está en el número 1832! Sí, así mismo.
El típico camioncito mexicano. |
Eso sí, tras toda la mañana de caminata, me he dado el gusto: he vuelto a la parada de metro en camión, como dicen a los autobuses urbanos en México. Todo un lujazo, porque cuando he ido a pagar me han cobrado 4 pesos: casi 23 centimazos de euro. Y es que, como siempre digo, un capricho de vez en cuando es lo que nos hace felices.
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